A 75 AÑOS DEL FIN DE LA II GUERRA MUNDIAL, LA BATALLA POR LA HEGEMONÍA SE ACENTÚA
A
75 AÑOS DEL FIN DE LA II GUERRA MUNDIAL, LA BATALLA POR LA HEGEMONÍA SE ACENTÚA
8 de mayo de 1945, Alemania se
rendía en forma incondicional luego de que el Ejército Rojo soviético y los
aliados habían ganado la guerra. A 75 años de este acontecimiento, hay una
clara pugna por la hegemonía mundial entre Estados Unidos, China y Rusia.
Todos los gobiernos y estados
imperialistas hipócritamente están celebrando el fin de la II Guerra Mundial,
mientras se arman hasta los dientes y se preparan para una lucha más
encarnizada por el dominio mundial, en medio de una pandemia que
“coincidentemente” aparece cuando se empezaban a sentir los primeros efectos de
la crisis económica que el capitalismo-imperialismo viene arrastrando desde
hace décadas, y cuando los imperialistas de China y Rusia comienzan a endurecer
posiciones frente a al declive del dominio unipolar de Estados Unidos.
Cuánta miserable hipocresía
cuando cientos de miles de pobres están muriendo por el coronavirus en todo el
Planeta porque no hay dinero para la salud de los pueblos, mientras para el
2020 el gasto militar a nivel global es de 1,9 billones de dólares, siendo el
presupuesto militar de Estados Unidos el más alto (738 mil millones USD), lo
cual explica por qué al gobierno de Trump no le inmuta los más de 75.000
muertos que ya deja el COVID19 en su propio territorio, más si tomamos en
cuenta que la gran mayoría son personas pobres: ancianos, negros, migrantes e
indigentes de las calles y las prisiones.
Cuánta saña y cinismo pues en
medio de la pandemia los imperialistas han continuado haciendo maniobras,
reforzando puestos militares estratégicos en todo el mundo, como los
movimientos de soldados de la OTAN denominado “Salvar Europa 20”, con el que
han comenzado a ensayar el despliegue rápido de tropas venidas de Estados
Unidos por todo el continente europeo, especialmente en los puntos más
susceptibles: los países fronterizos con Rusia.
Algunos puntos importantes que no
hay que perder de vista en esta coyuntura:
1. Geopolítica y lucha interimperialista por la
hegemonía
El actual sistema capitalista-imperialista se basa en la
explotación de los países semicoloniales para permitir la concentración y
centralización de la riqueza en los países imperialistas.
Es necesario precisar que dentro de los países imperialistas a
su vez hay una división en clases sociales, es decir, que las clases económica
y políticamente dominantes de esos países, también explotan, sojuzgan y oprimen
a sus propios pueblos.
Por otra parte, para que la dominación y explotación global
sea posible, los imperialistas cuentan con las clases dominantes de las
semicolonias como sus socias, aliadas, testaferros, títeres y lacayas, es
decir, que las clases dominantes de las semicolonias, junto con los gobiernos y
Estados semicoloniales, no responden a los intereses de sus propios pueblos
sino a los de sus amos extranjeros imperialistas.
Es por ello que la contradicción de clase fundamental que se
establece en estas condiciones a nivel mundial es: por un lado, los
imperialistas (incluidos aquí los gobiernos y Estados de los países
imperialistas, y, las clases dominantes, gobiernos y estados de las
semicolonias), y, por otro, los pueblos del mundo (incluidos aquí los pueblos
de los países imperialistas).
Por la propia naturaleza del sistema, los países imperialistas
también están en una lucha permanente entre ellos por el dominio global
(hegemonía), para defender los intereses de sus propias clases dominantes y
someter a sus rivales en la encarnizada disputa por materia prima barata o gratuita,
mano de obra barata o gratuita, y mercados para sus productos e inversiones.
En esta contienda interimperialista por la hegemonía, hay que
tomar en cuenta que no todos los países imperialistas tienen el mismo peso en
la política internacional, ya que están divididos en potencias y
superpotencias.
Actualmente, al haberse consolidado económicamente China, y
Rusia en lo militar, asistimos al surgimiento de estas dos como superpotencias
imperialistas que disputan a Estados Unidos su dominio unipolar ejercido por
varios años luego de la disolución de la Unión Soviética (URSS) en 1991.
Ha empezado entonces una reconfiguración del poder entre las
superpotencias imperialistas, a pesar de la “guerra permanente” que EEUU inició
con la Doctrina Bush en 2001 para mantener su hegemonía, sobre todo ampliando
su poderío militar sin precedentes, y aplicando la “guerra preventiva”, para
evitar que surja un rival que pueda oponérsele. EEUU tampoco ha podido superar
su crisis económica que era otro de sus objetivos para mantenerse como la única
superpotencia.
Si bien EEUU ha preservado la supremacía en el terreno militar
desde la desaparición de la URSS, el año pasado Vladimir Putin anunció la
entrada en operación de armamento de última generación, por ejemplo los misiles
hipersónicos (AVANGARD), que superan todo sistema de defensa existente hasta la
actualidad, lo que le colocaría a la punta de la carrera armamentista de los
imperios.
Por su parte China se va consolidando como la superpotencia
financiera, productiva y comercial. Aunque militarmente no se equipara hoy a
EEUU o Rusia, el presupuesto de China para gastos militares sigue en aumento,
por lo que EEUU tiene puesta su atención en el rápido desarrollo y
modernización que su rival asiático está haciendo en el campo militar.
Actualmente de los 10 bancos más grandes del mundo 5 son de China, y está
empezando a tomar cada vez más preponderancia el Banco Asiático de Inversión en
Infraestructura (AIIB por sus siglas en inglés), que es un banco multilateral
al cual están adheridos varios países de Europa y también de Latinoamérica,
(incluso Ecuador a partir del 1 de noviembre de 2019).
Para hacer frente a sus dos rivales y continuar su dominio
unipolar, EEUU sigue reforzándose militarmente, y para el 2020 cuenta con un
presupuesto para la defensa de 738 mil millones USD, el más alto del mundo,
seguido por China que se estima que apenas destina entre 200 y 250 mil millones
de dólares.
El presupuesto para defensa de EEUU representa el 95% del
total requerido por la administración Trump para “seguridad nacional”, y según
información oficial, solamente para la denominada “ciberguerra” invertirán 9
mil 600 millones de dólares. Otros rubros contemplados en este presupuesto para
2020 son: 14 mil 100 millones en asuntos espaciales; 57 mil 700 millones para
la fuerza aérea (la mayor del mundo); 34 mil 700 millones para las fuerzas
navales que operan en todos los mares y océanos del planeta; 143 mil 43
millones para compra de armamento y medios de combate para las Fuerzas Armadas;
104 mil 294 millones para desarrollo e investigación de nuevos armamentos y
medios de combate.
También por datos oficiales se conoce que USA mantiene 514
bases militares fuera de su territorio (Reporte de estructura de bases del año
2018 del Departamento de Defensa).
Así las 3 superpotencias (Estados Unidos, Rusia y China) continúan
reforzando su fuerza militar, y otras potencias imperialistas también están en
el mismo camino pero con una enorme brecha, al punto que para 2020 el gasto
militar a nivel global es de 1,9 billones de dólares (según una investigación
de la Red de servicios profesionales Deloitte), y se prevé que para el 2023
llegue a 2,1 billones USD.
2. Los
imperialistas chinos y rusos quieren presentarse como “el mal menor” frente al
debilitamiento del Estados Unidos
La guerra interimperialista se da
a todo nivel, y el ideológico-comunicacional es clave en al actualidad.
Aprovechando el desconocimiento y
la desmemoria como sus mejores aliados el imperialismo impone sus “verdades”. China
y Rusia quieren aparecer como “opuestos al capitalismo”, señalando como
imperialistas únicamente a Estados Unidos. Todos sus acólitos de la izquierda
tradicional y de la corriente de Socialismo del Siglo XXI se hacen eco de esta
falsedad, (también en Ecuador por su puesto, sobre todo con los corruptos de
los dos últimos gobiernos pro-imperialistas de Correa y Moreno).
La gente común vive confundida
pensando que la actual Rusia y China son países socialistas o comunistas, cuando
desde hace años en esos países se restauró el capitalismo y no son más que potencias
imperialistas. La única diferencia es que en China y Rusia hay un capitalismo
de Estado que nada tiene que ver con socialismo.
Pero los imperialistas chinos y
rusos tratan de mantener esta farsa porque les conviene mostrarse como la
alternativa al decadente “capitalismo de occidente”. De allí que hasta hoy los
imperialistas chinos mantienen el membrete de “partido comunista”, cuando en
ese países se comenzó a restaurar el capitalismo desde 1976 con el golpe de
Estado de los nuevos burgueses encabezados por Den Xiaoping.
En el caso de Rusia la
restauración del capitalismo se dio mucho antes, siendo evidente que los nuevos
burgueses se hicieron del poder a partir de la muerte de Stalin y salieron a la
luz abiertamente en 1960 con Nikita Krushchev como su cara pública. Desde
entonces la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS, devino en
una superpotencia “socialimperialista” (socialista de palabra imperialista en
los hechos).
En las siguientes décadas sin
embargo, esta superpotencia imperialista entra en una grave crisis económica
que llevará al desplome del capitalismo de estado soviético a finales de los
años 80 y la disolución de la URSS en 1991.
A partir de allí la Federación
Rusa quedó muy alicaída. En contrapartida el poderío de Estados Unidos como la
única superpotencia dominante se acrecentó, hasta la crisis de 2008, donde el
imperio norteamericano fue gravemente afectado al punto de no poderse reponer
hasta la actualidad.
Rusia por su parte comenzó poco a
poco a recuperarse económicamente en los últimos 15 años al verse nuevamente
fortalecido el capitalismo de Estado. Con Vladimir Putin en la presidencia los
imperialistas rusos comenzaron a dar un cambio de timón muy importante que les
ha llevado hoy a plantar una disputa por la hegemonía, por el momento en alianza
con China para enfrentar a Estados Unidos.
Como es lógico, siendo un militar
y ex agente de la KGB (Agencia de Seguridad del Estado), Vladimir Putin ha
puesto especial énfasis en rearmar a Rusia, que ha logrado en este momento
desarrollar una tecnología militar mucho más avanzada que los otros imperios.
Este carácter belicista de los
imperialistas rusos tiene que ser reforzado ideológicamente, y aquí no se puede
dejar de mencionar la alianza del Estado con la iglesia, y el poderío que tiene
la secta cristina ortodoxa, cuyo patriarca Cirilo llegó a señalar como un
“milagro de dios” la aparición de Putin y su ascenso al poder.
En ese empeño de reforzar
ideológicamente la aparición de Rusia como gran gendarme mundial que pone pecho
a Estados Unidos, los imperialistas rusos desde el 2008 comenzaron a realizar
“celebraciones” con desfiles militares en la Plaza Roja de Moscú, reivindicando
el 8/9 de mayo como el día de la “victoria nacional”, secuestrando una gesta
histórica del Proletariado mundial como fue el papel decisivo del Ejército Rojo
de la URSS en la derrota del imperialismo alemán (fascismo nazi), en la II
Guerra Mundial.
A pesar que la pandemia hecho por
tierra la “gran celebración” que Putin preparaba con motivo de los 75 años del
fin de la II Guerra, los cielos de Rusia serán inundados con aviones como
muestra de que los nuevos zares están dispuestos a la conquista.
El Ejército Rojo de 1945 que hizo
grandes sacrificios para detener el avance de los imperialistas alemanes (fascismo
nazi), apoyado por el pueblo soviético, no tienen nada que ver con los nuevos
burgueses que hoy gobiernan en Rusia. Los hechos heroicos que permitieron la
derrota del ejército nazi, fueron en defensa del pueblo soviético, los pueblos
de todo el Planeta y la construcción del Socialismo, no tienen nada que ver con
la actual Rusia imperialista que sojuzga a su propio pueblo y a otros alrededor
del mundo.
3.
El
Proletariado y los pueblos del mundo deben prepararse para las futuras batallas
Es claro que la única manera de
hacer frente a la locura imperialista es con la lucha de los pueblos, y es allí
donde el Proletariado debe cumplir su papel histórico de direccionar la energía
revolucionaria para tumbar el sistema y avanzar a la transformación para sustituir
el capitalismo-imperialismo por el Socialismo y el Comunismo.
Para esto hace falta ir más allá
de la lucha espontánea de las masas que por razones lógicas se irá
incrementando frente al peso de la crisis. Aunque la presencia de las
organizaciones proletarias no es significativa en los actuales momentos a nivel
mundial, el Proletariado debe bregar por tener una mayor incidencia en el
movimiento general, caso contrario el descontento popular será canalizado para
fortalecer el sistema, y aprovechado por toda suerte de oportunistas
reaccionarios o reformistas.
Y esto sólo podrá hacerlo con
organizaciones fundidas en la LÍNEA POLÍTICA PROLETARIA y dando batalla sin
tregua a toda suerte de ilusiones burguesas y pequeñoburguesas de que es posible
cambiar la realidad de las masas empobrecidas dentro del propio sistema.
Hoy más que nunca es vital que el
Proletariado y los pueblos del mundo estén conscientes de que por nuestra
sobrevivencia y la del Planeta hay que terminar con el capitalismo-imperialismo.
Por ello nos parece importante:
1. Rechazar
la hipocresía de la celebración del “fin de la guerra”, cuando, tanto los
imperialistas “occidentales” (Estados Unidos y Europa), como Rusia y China, se
están armando para una nueva conflagración por el dominio global.
2. Rechazar
rotundamente la utilización por parte de los imperialistas de las gestas
históricas del Proletariados y los pueblos del mundo para sus protervos fines.
3. Reivindicar
las gestas históricas del Proletariado como parte de la lucha de los pueblos
contra el capitalismo-imperialismo, por la liberación y la construcción del
Comunismo, como lo fue la heroica hazaña del Ejército Rojo de la URSS para la
derrota de los imperialistas alemanes del Tercer Reich y sus aliados.
4. Poner en
evidencia el carácter imperialista de la actual China y Rusia, y su
confrontación con Estados Unidos como una disputa interimperialista por la
hegemonía mundial.
5. Visibilizar
la penetración del imperialismo chino y ruso en nuestro país, ya que la lucha
antimperialista no puede reducirse a posiciones “antiestadosunidos”, aunque
también es necesario continuar denunciando las formas de dominación del imperio
yanqui en el momento actual.
6. Analizar
los movimientos en el tablero internacional de los gobiernos y estados imperialistas,
capitalistas y semicoloniales en el contexto de la reconfiguración del poder a
nivel mundial.
7. Persistir
hoy más que nunca en la LÍNEA PROLETARIA antimperialista, anticapitalista,
antipatriarcal y antireformista, y rechazar las farsas del nacionalismo burgués
y el “antimperialismo” reformista que sólo sirven para desviar la lucha de los
pueblos al matadero de la democracia burguesa.
8. Para ello
es fundamental buscar y evidenciar como se manifiesta las contradicciones
interimperialistas y de la crisis general del sistema en nuestra realidad, así
como hacer los análisis de lo que ocurre en lo local en el actual marco de la
disputa por la hegemonía.
9. Es
imprescindible adoptar la posición de que somos una trinchera en la lucha de
los pueblos contra el imperialismo y de que luchamos bajo las banderas del
Proletariado mundial, enfrentando a gobiernos y un estado semicoloniales, que
en todo momento responde únicamente a los intereses de las clases dominantes
locales y sus amos extranjeros, y por tanto visibilizar al enemigo principal
oculto tras los títeres que cada tiempo son remplazados vía elecciones
burguesas u otros medios.
¡PERSISTIR
EN LA LÍNEA ANTICAPITALISTA, ANTIMPERIALISTA, ANTIPATRIARCAL Y ANTIREFORMISTA!
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